Fútbol

Koeman, Zidane y el problema de los mitos

El crédito de los grandes entrenadores siempre se suele acabar. El problema se da cuando ese gran entrenador, además, es una gran figura del club, cuando el entrenador es un mito. Le está pasando a Zidane pero ya le pasó a Di Stéfano, Mourinho, Guardiola

El entrenador del Real Madrid siempre estará rodeado de polémicas, un mal partido arrastrará a la afición a poner en tela de juicio las decisiones que tomó, en caso de que salieran mal o no contar con uno u otro jugador como también le está pasando a Ronald Koeman en el ‘caso Griezmann’.

Analizando a Zidane, queda claro que es un mito del fútbol y un mito del Madrid. Tras las derrotas ante Cádiz y Shakhtar, se empezó a dudar de la valía del entrenador que había conseguido tres Copas de Europa consecutivas, afloraron las dudas de tiempos pasados y con un horizonte negro donde esperaba el Barça. Llegó el Clásico y las aguas turbulentas dejaron paso a la tranquilidad. Victoria, tres puntos ante el eterno rival y a pensar en la Champions. El empate y la imagen que dio el equipo en la primera parte y en tramos de la segunda ante el Gladbach han vuelto a poner en entredicho las decisiones del entrenador y muchos aficionados, temerosos, no quieren culpar a Zidane si no mirar más arriba, a Florentino y sus ‘no fichajes’.

Lo que queda claro es que desde la marcha de Cristiano Ronaldo el Madrid necesita un delantero centro que parece que llegará la próxima temporada, el plan pasa por contar con Haaland o Mbappé. Pero mientras tanto el entrenador y la directiva han decidido bailar en el alambre. Sin fichajes esta temporada, el club tenía en Jovic, Vinicius y Rodrygo una delantera con proyección pero que Zidane ha ido cortando.

Jovic, llegó la temporada pasada y apenas cuenta para el entrenador francés pese a que desde arriba le recordaron que fue una petición suya y que costó 60 millones. Vinicius sigue sin explotar, el jugador le pone ganas, pero todavía le falta mucho, se especuló con una cesión para tanto el club como el entrenador lo decidieron parar. El resultado es que el brasileño empieza a desquiciar a la afición, lo cual no sería un problema, y a sus compañeros –Benzema, en el túnel de vestuarios ante el Gladbach, pidió a Mendy que no le pasase el balón-.Rodrygo apareció mucho durante los primeros días de Zidane tras el despido de Solari pero se fue diluyendo el interés del francés por el brasileño.

El Madrid no pasa por su mejor momento, necesitado de fichajes, puede que acuda al mercado de invierno a intentar la contratación de Dybala, un mediapunta del gusto de la casa que podría ayudar a Benzema en la delantera del equipo, más cuando, Bale o James ya no están e Isco está en el nivel más bajo que se le recuerda e, incluso, entraría en la operación de traspaso por Dybala.

Koeman tiene un problema

El Barça por el contrario vive en unas aguas muy turbulentas ya que el club está sumido en una crisis institucional que a punto estuvo de hacer que su gran estrella, Leo Messi, terminase marchándose.

El entrenador holandés, otro de los mitos del fútbol y del Barcelona, ya pasó una mala experiencia en España al frente del Valencia, donde solo estuvo una temporada y su porcentaje de victoria fue del 41%. Koeman llegó con la vitola de mito y de cuajar buenas actuaciones al frente de la selección de su país pero la llegada al Camp Nou le ha sentado muy mal.

A los pocos días de empezar a trabajar con el equipo aseguró que quería a Vidal, Arthur y Suárez fuera. Provocando el enfado de Messi que anunció su marcha ejerciendo la cláusula que se lo permitía. Más tarde, el argentino reculó y el Barça le perdonó el desliz.

La marcha de Suárez abría opciones a Griezmann que contaría mucho más para cualquier entrenador tal y como llegó al club. La estrella francesa abandonó el Atlético para hacerse con un hueco en la delantera del club y ha comenzado esta temporada más tiempo en el banquillo que sobre el terreno de juego. Koeman le pide más trabajo y disciplina y el francés lo intenta pero la continuidad no llega.

A favor de Koeman ha jugado la suerte, y es que las apuestas de Ansu y Pedri, de momento le están saliendo bien, pero desde la directiva del club le han avisado de que Griezmann tiene que jugar más, que está bien que apueste por la cantera pero un jugador de renombre como es el francés debería ser titular en el club.

La afición ha dejado de mirar al entrenador, que es el que hace las alineaciones, y como en el caso del Madrid mira más arriba. Al aficionado azulgrana le sale bien porque el club está en llamas y esperan un nuevo ‘bombero’ al frente del club para que pueda apagar el fuego que deja Bartomeu, con una plantilla en rebeldía y sin creer en el entrenador como tampoco lo hicieron con Setién y Valverde.

La temporada es larga tanto como para Zidane como para Koeman y sobre ambos planea la guadaña del despido. Los resultados del francés en la Champions, más concretamente ante el Inter, serán determinantes para saber qué pasará mientras que en el caso del holandés parece que serán los resultados y el juego en LaLiga los que hagan decidir su continuidad.

La sombra de Guardiola es alargada

Los dos grandes clubes españoles quieren al frente de su banquillo un entrenador que no dé problemas, que sea un mito dentro y fuera del campo y que lo venere la afición. Que se pueda marchar cuando él decida porque los resultados le acompañen. Lo mismo que hizo Zidane en su primera etapa, lo mismo que hizo Guardiola en el Barça y lo mismo que hará Simeone en el Atleti.

Guardiola fue el primer gran entrenador que llevó a la excelencia a un equipo en el que había militado pero el problema es que los jugadores acompañaron, creían en él y tenían las condiciones. El problema del Madrid es que, pese a que los jugadores crean en Zidane, no se dan las condiciones, porque falta gol y porque hay jugadores que bien sea por éxito o por edad no están ilusionados. Todo tiene un fin. En el Barça el problema recuerda al de Mourinho hace unos años en el Madrid, la mano dura de Koeman con sus férreas ideas hace que tampoco los jugadores remen en la misma dirección y más cuando su gran estrella, Leo Messi, no está feliz.

La pregunta es evidente: ¿Qué presidente es capaz de echar a un mito?