En un día en el que a todos les toco sufrir más o menos, Matthew Wolff salió indemne de la jornada del movimiento en el U.S. Open. Nada menos que 65 golpes son los que ha firmado el estadounidense para colocarse al frente de la clasificación a falta de una jornada.
El ‘lobo’ dejó escuchar su aullido desde muy temprano. En el hoyo uno ya restaba su primer golpe. Una gesta, en un campo como este lo es, la repetiría hasta en cuatro ocasiones más durante los nueve primeros hoyos. Con esa cómoda renta de cuatro golpes, recordemos que los 74 golpes del viernes le devolvieron al par, cruzaba el ecuador de la jornada.
Sin embargo, el par del hoyo diez pareció parar en seco la buena racha de Wolff que se sumergió en una serie de seis pares consecutivos que le llevarían hasta su primer y único bogey. Un último intento, en el 18, acababa con birdie y -5 en su casillero.
Un resultado que desbancaba del liderato a un Patrick Reed que también contibuyó a que esto sucediera. El tejano comenzó alternando aciertos y errores para llegar al final de la primera vuelta con birdie al 9 lo que le facilitaba un golpe a su favor. Pero en la segunda vuelta llegaba el impuesto la factura que le tenía preparada un campo que no estaba dispuesto a dejarle marchar sin pagarla.
En el hoyo 10 comenzaba el drama para el de San Antonio que a lo largo de los siguientes nueve hoyos iba a anotar seis bogeys y un doble bogey, lo que haría que acabase perdiendo diez posiciones lo que le deja en una muy mala situación de cara a lo que podría haber sido su segundo Major tras el Masters que ganó en 2016.
Finalmente, hay que destacar el trabajo realizado por el sueco Alex Noren que fue otro de los jugadores que logró terminar por debajo de 70 golpes, es más, entregó la segunda mejor tarjeta del día. Una tarjeta saldada con 67 golpes después de anotar cuatro birdies y un bogey.
