El austriaco se medirá a Novak Djokovic, que busca su octavo título en la Rod Laver Arena
Partido más complicado de lo previsto para Dominic Thiem. Aunque el marcador refleje una victoria por tres sets a uno (3-6, 6-4, 7-6 y 7-6), el encuentro pudo caer del otro lado si no llega a ser por las desconexiones en momentos clave por parte de Alexander Zverev. Precisamente, la fortaleza mental del austriaco fue el factor principal para desequilibrar un duelo que tuvo de todo.
En el inicio del primer set, las roturas en el servicio fueron claves. Thiem se mueve como pez en el agua jugando al resto, muy cómodo, y más cuando hay intercambios largos. Por tanto, Zverev lo tuvo claro y leyó el partido a la perfección. Hizo de su saque su arma principal. Especialmente, en el primer servicio, con un 90 % de efectividad. Asimismo, el verdugo de Rafael Nadal sí sacó su derecha a relucir, pero no su revés, con muchos fallos y con muy poca fortuna esta vez, al contrario que en los cuartos de final. El alemán, que ha recuperado su nivel competitivo y que a su vez, ha logrado su mejor marca en un Grand Slam (semifinales), rompió a Thiem para poner el 3-4 en el marcador y a partir de ahí, fue imparable, encadenando hasta nueve puntos seguidos. 3-6 y se desataba la ‘sorpresa’ en la pista central.
En el segundo, la eficacia de Zverev en el primer servicio bajó de un 90 % a un 69 % y esto le afectó en el devenir del encuentro. En cambio, sí estuvo fino en los puntos en la red, ocupando bien los espacios gracias a su gran juego de piernas y a su zancada. Con 5-4 a favor de ‘Dominator’, el actual número cinco del mundo se vio contra las cuerdas, pero una vez más, se aferró a su intratable derecha, a pesar de los nervios que tenía en su muñeca. Cerró la segunda tanda con un magnífico ace, el tercero que lograba en el partido.
Se apagó la luz, pero se encendió el tenis
La tercera manga se abrió de forma paranormal. El apagón de un foco en la Rod Laver Arena provocó que la contienda se parara por unos instantes. Thiem empezó mejor, llegando a poner el 3-1 en el electrónico, pero ‘Sascha’ demostró que está recuperando el nivel que demostró en 2018 e igualó un set que parecía perdido. El nivel de juego subió. El jugador entrenado por Nicolás Massú recuperó sensaciones, con algún error puntual, pero con un rostro facial que era sinónimo de que estaba ahí, de que había vuelto. Sin embargo, tuvo errores puntuales. El más grave, sin ninguna duda, mostrar los movimientos en pista después de golpear a la pelota.
‘El Principito’ lo notó y lo aprovechó. Además, se pasó de bello a ser bestia. Una juez de pista cantó una bola mala y entre ella y el juez de silla, desataron el carácter del jugador de 22 años nacido en Hamburgo. Un doble ace consecutivo hizo tronar un come on lleno de rabia y furia para poner el 4-4, para insertar la emoción en un partido que ya sí parecía de semifinales de un Grand Slam. De hecho, con 4-5 a favor, tuvo dos bolas de set, pero increíblemente, Thiem demostró su mejor tenis cuando estuvo contra las cuerdas, salvando sus problemas de fatiga y de dolor estomacal.
Y por si fuera poco, no pudieron faltar los mágicos tie breaks. Porque si está enamorando Thiem en algo en este Open de Australia, es en esto, cuando se ve metido en ese momento, donde se ve a los verdaderos campeones. Lo ganó, tanto en este como en el cuarto y definitivo set. Lleva conquistados los cinco últimos que ha disputado (tres contra Nadal y dos contra Zverev). Si bien es cierto que perdió anteriormente dos antes de esta racha fantástica, contra Alex Bolt y Taylor Fritz.
En el definitivo, se vio un tenis más regular por parte de ambos. No hubo lugar para roturas en el servicio y se llegó al segundo desempate del segundo encuentro de las semifinales. Los errores pasaron factura al alemán, que cometió su primera doble falta en el set y no estuvo fino a la hora de realizar los smash. El subcampeón de dos Roland Garros finiquitó el asunto con dos derechazos imparables que le sirvieron para alcanzar su primera final en Australia y que intentará lograr la machada ante Novak Djoković.
Hay que ser claros. Thiem ya no es solo un tenista de tierra. También es un jugador que gracias a su relación profesional con Massú, ha mejorado en pista dura. Ahí están sus logros del 2019, con tres torneos (Indian Wells, Viena y Pekín) y el subcampeonato en la Copa de Maestros, que perdió contra Stéfanos Tsitsipás.
Por otro lado, Zverev se quedó en el camino, pero el alemán tiene que estar contento. Gran imagen en este torneo, logrando su mejor marca en un grande y demostrando que puede ser un rival muy duro. Solo tiene que potenciar su faceta psicológica para estar entre los grandes.