Dolor y gloria. Así está siendo el Open de Australia de Roger Federer. Dolor porque las agujas del mejor reloj suizo de la historia ya empiezan a fallar. Gloria porque a pesar de las averías, el reloj sigue teniendo la misma precisión en los momentos claves, además de tener una calidad incuestionable.
El número 3 de la ATP sufrió de lo lindo ante Tennys Sandgren (3-6,6-2,6-2,6-7 y 3-6), en un partido que rozó las cuatro horas de duración y que fue un espectáculo para el público de la pista central del Rod Laver Arena. Una victoria agónica que supone la décimoquinta presencia del suizo en las semifinales de este Grand Slam y un balance de 15-0 en la ronda de los cuartos.
El encuentro, al contrario que contra Marton Fucsovics y John Milmann, empezó en el lado del jugador de 38 años. Primer set a su favor y todo parecía indicar que iba a ser un partido sencillo. Sin embargo, el número 100 del mundo se rehizo. Consiguió ponerse 2-1, gracias a su saque y a sus golpes al fondo de la pista, aprovechando las erróneas subidas de Federer a la red.
Como los gatos
El cuarto set reflejó la historia del aspirante contra la leyenda. El estadounidense, ganador de un ATP, fue un quebradero de cabeza para ‘Sir Roger’. Con 5-4 y con saque para el de Basilea, todo parecía indicar a la igualada pero el jugador de Gallatín consiguió dar la vuelta a la tortilla y tuvo sus tres primeras bolas de partido. Una vez más, un renqueante Federer, con molestias en el aductor,los salvó. Heroicos el primero y el segundo, con intercambio de ocho y nueve golpes respectivamente.
El público australiano celebraba la supervivencia del suizo como si de un gol en un partido de fútbol se tratara. Con 6-3 para Sandgren en el Tie Break y tocando su posible mejor marca en un Grand Slam (su mejor resultado era los cuartos de final de este mismo torneo en 2018), sucumbió ante el seis veces campeón del AO. 8-10 en el ‘tie-break’ y la oportunidad para el norteamericano se esfumó, que no tuvo prácticamente opciones en el quinto set definitivo.
102 victorias en Melbourne y ninguna retirada. Hoy coqueteó con ella y con la derrota pero a pesar del desgaste, que se pudo ver al final del partido, donde no había hueco para una sonrisa, Federer sonrió ante los micrófonos. «No lo sé, la verdad. A veces hace falta un poco de suerte», afirmó el suizo.
No está a su mejor nivel pero ya está en semifinales, aunque su juego y especialmente, su forma física, serán una incógnita. Mientras, él espera a su próximo rival, que saldrá del encuentro entre Milos Raonic y Noval Djokovic.